En silencio, desde la oscuridad de tu alcoba, dibujabas la nota agonizante de tu sufrimiento... La luna te veía a lo lejos, tímida, confundida y exhausta de verte recordar... No había viento para llevarte a ningún lugar y olvidaste la brújula de tu abuelo en tu último viaje... El calor te sofocaba menos que la soledad... Las estrellas seguían brillando en aquel firmamento que dejaste de observar al primer indicio de lágrima escurridiza... Y en tus manos aquella fotografía arrugada y vieja que no dejabas de acariciar... Eran otros tiempos, otros lugares, otros mundos que dejaste atrás hace mucho... Pero no podías dejar de sentir ese peso invisible e insoportable dentro de tu corazón y de tu mente... Ya no había noticias de nada, no sabías si en aquel lugar te recordaban o ya no pensaban más en ti... Te carcomía la idea de saberte en el olvido, como una hoja al viento o un atardecer que han dejado de adorar... Pero, ¿y cómo saberlo? si ahora sólo eran tus pensamientos, tu soledad y una botella de vino abierta en honor a lo que fuiste y dejaste de ser... 'Es momento ya', es lo que piensas... Emprendes el caminar tranquilo y ausente saliendo al calor tropical... Y antes de entregarte al mar, le regalas a la arena un anillo, cuyo único testigo, es esa mancha que algún día el sol, va a comenzar a borrar...
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