En la memoria perdida de un deseo incontrolable es en donde reside la incertidumbre del pensamiento... ese bizarro, ese escondido, ese fuertemente atado a la venganza de un asesino...
Es ahí cuando decides ceder ante el impulso, dejar hervir la sangre y robarle la razón al miedo, al arrepentimiento, a la frustración y a la decencia...
Las ganas son insoportables... y te dejas seducir por la frialdad de la noche y el humo extinto de aquel cigarrillo que se terminó el viento... te dejas llevar por la marea de rencores que inundan tu corazón... ¿y que hay de la botella de vino derramada en la alfombra y las paredes carmesí que te invitan a extasiarte con el sólo pensamiento de ver sangrar esa herida que estas a punto de dibujar?...
No te resistes más... caminas lentamente... con ese toque de sensualidad, de decisión y de rabia que no sabes esconder... caminas sumergiéndote en la escena casi perfecta que imaginas mientras te acercas al desván...
(Continuará . . .)
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