junio 02, 2009

Castillos Sangrantes . . . (Parte IV)

Te incorporas lentamente... como si todo a tu alrededor se hubiese congelado. Das un par de firmes y excitados pasos hacia una pequeña ventana que deja entrar un rayo de luna. Tu reflejo empolvado y roto esta ahí, como una pintura maquiavelica que deja al descubierto tu feroz sonrisa...
Basta de contemplaciones, queda mucho por hacer y tu paciencia esta punto de agotarse. Te imaginas corriendo en los campos dando carcajadas de felicidad, conociendo de nuevo al sol y bailando como si le hicieras el amor al viento...
Sales por fin de ese espantoso lugar de recuerdos dolorosos y promesas falsas... Te diriges a tu habitación, en donde te espera un armario viejo y ostentoso, unas cortinas pesadas y gruesas, un paraíso oscuro y misterioso que disfraza los barrotes invisibles de aquella estúpida prisión.
Hoy no vestirás de negros y violetas, de vuelos y romanticismo... hoy te convertirás en la seducción en persona...
Y viendo tu imagen en el espejo, estás lista para sacar tu rabia y combinarla con ese vestido rojo, ahora sólo queda esperar...

(Continuará . . .)

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