marzo 24, 2010

Roto . . .

Se rompió por la ausencia, por la presencia,
por la distancia y la cercanía...
Se rompió en el silencio...
En la soledad de una hoja cayendo en plena primavera...
Se rompió para enmarcar una mala broma...
Se rompió y sangramos en la nada, en la oscuridad,
en la incertidumbre, en las dudas, los hechos y las lágrimas...
Se rompió ese retrato perfecto, esa pretensión de ser, de estar, de querer, de abrazar...
Se acabó para siempre... por siempre...
Como si no fuera suficientemente doloroso gritar y no escuchar sonido...
Se rompió...
Y son tantos los pedazos que volverlos a pegar es imposible . . .

marzo 21, 2010

Los días...

Así amanece...
Como si fuera el primer día en un paraíso imposible...
Como si la lluvia mojara y acariciara al mismo tiempo...
Como si esa fragancia que se quedó en el aire me abrazara un segundo antes de abrir mis ojos...

Así atardece...
Como si el horizonte se hubiese convertido en un lienzo acabado de pintar...
Como si ese espacio ocupado por sus brazos fuera el expansivo universo...
Como si las aves volaran al rededor de mi cuerpo y cantaran alguna hipnotizante melodía...

Así anochece...
Como si las estrellas danzaran en la oscuridad de este cielo...
Como si la luna sonriera por lo mismo que sonrío yo...
Como si las sábanas conocieran mis pensamientos y un beso ya no fuera suficiente...

Y así pasan los días... de una manera extraña, con la luz más brillante que conozco y los colores más vivos de la ciudad...
Los minutos se vuelven compañeros y traidores, hojas y viento, gotas y mar...
Los días se convierten en historia, en letras, en canciones, en dibujos y en emociones...
Pero el tiempo ya no es importante... ha aprendido a congelarse para poder admirar esto que describo, como una fantasía . . .

marzo 03, 2010

Contrato...

Te regalo mi sonrisa...
Como el sol regala sus cálidos rayos al mar...
Te la regalo no porque la necesites, ni porque la hayas pedido ni porque ya no la quiera... Sólo te la regalo porque es para ti, porque el motivo y la causa y la razón es ese rostro que lleva tu nombre, esas manos marcadas por los años pero aún tiernas y suaves, esos ojos soñadores... Pero qué más decir de tus ojos si los conoces tan bien y yo los vengo atesorando de a poco desde no se qué día en que se encontraron con los míos y se perdieron en un beso para dejar paso al destino que no sabemos por dónde escribir...
Te regalo mi sonrisa...
Para que pienses en ella antes de irte a dormir, y me busques entre sueños en aquella playa no explorada, e imagines los viajes, o los cafés, o las armonías que aún nos falta escuchar...
Te regalo mi sonrisa para que la abraces por las mañanas y no me hagan falta palabras cada que llega el momento del día en el que me la pongo al verte aparecer por el horizonte...

marzo 02, 2010

Escribiendo otra página...

Dejé de negarle al espejo el brillo de una sonrisa,
dejé de ofrecerle al alba una nostálgica melodía,
dejé de compartir con la noche una lágrima ensangrentada...

Dejé de temerle al miedo...
Y de ocultarle a sus ojos aquello que no descifro y me parece imposible...

Dejé de buscar inspiración en historias perfectas,
dejé de dibujar a ciegas el espacio en que no existo,
y comienzo a buscar unos brazos que conozco a la mitad...

Comienzo a fotografiar un beso que no se si reconozco...
Y a percibir en el viento un aroma a su silueta...

Dejé en el pasado el pasado...
Y hoy perdí en este eterno, la necesidad de explicarme . . .

marzo 01, 2010

Bendito Demonio II . . .

Por poco más de veinte años, la gente pasaba delante de la casona preguntándose qué secretos guardarían esas paredes a punto de caer...
Pero llegó el día, en el que la gente volteó la mirada hacia ese chico elegante, de caminar tranquilo y facciones perfectas...
El muchacho se había atrevido a comprar esas ruinas y pronto comenzó a trabajar en ellas, y la curiosidad en el pueblo iba creciendo a cada mejora de la casa pero también el temor...

La señora de las flores, todos decían que estaba loca, pero nadie cuestionaba su historia acerca de aquella leyenda hecha nombre: Baruch...
¿Qué era eso que tanto decía a los transeúntes?
Todos negaban creer sus palabras, pero muy en el fondo, sabían que tenían algo de verdad...
Con flores en la mano se dirigía al manicomio de cuando en cuando y salía de él con una sonrisa sombría y una lágrima en la mejilla...
-No entres ahí- le decía todos los días a aquel hermoso muchacho -Está maldita! No entres!- Pero éste la ignoraba no sin ofrecerle una cálida sonrisa...

Nadie sabía nada de ese hombre misterioso, pero una buena noche, sus ojos se clavaron en una doncella perdida . . .

(Continuará . . .)