febrero 10, 2011

Bendito Demonio VII . . .

En la casa de su nana Scarlet no paraba de pensar en eso hombre que la horrorizaba y le encantaba a la vez...
Una noche decidió salir, así sin pensarlo sólo camino hacia la casona... No había nadie afuera y se decidió a entrar... pisos de madera nuevos, paredes rotas, polvo, telarañas y herramientas...
Algo le dijo que se dirigiera a los pisos superiores... llegó a lo que parecía haber sido una recámara hermosa, con una cama rota y un ventanal empañado... Se acercó a la ventana... aparentemente la casona escondía un glorioso jardín... era como si nadie lo hubiese abandonado...
En el silencio de la noche de pronto escuchó un crujido lejano... volaron ramas y flores en llamas... alguien estaba ahí... furioso... Una silueta apareció ante sus ojos y de pronto sintió que la miraban... sintió el impulso de escapar inmediatamente, pero antes de dar el segundo paso, el muchacho estaba frente a ella... sucio pero precioso... con esa sonrisa hipnótica de toda la vida...
-Perdona el desastre querida- murmuraba muy cerca de su cara... -Esta es ahora tu casa-
Scarlet cayó entre sus brazos desvanecida... Seguramente no esperaba lo que vería cuando abriera los ojos . . .

(Continuará . . .)

Monólogo... Segunda Parte

¿Ven esta cicatriz al lado de mi ojo? Debo confesar que no fue un accidente de cocina como por muchos años platiqué en las cenas recurrentes con la familia Ferris; señores educados, siempre sabían qué tenedor escoger para la ensalada por más que yo intentara confundirlos con un par de cubiertos de más...
Uy, que cenas... Era horrible tener que pasar por eso cada fin de mes... que si a mí sólo se me permitía asentir y sonreír de vez en cuando, que si mis mejores vestidos eran para esos momentos, que si las finanzas, los hijos, los bailes...
Raúl y yo no tuvimos niños, decía que conmigo era suficiente y yo nunca quise contradecirlo... Cuidar a un niño no era precisamente mi mayor deseo en la vida... Lo que yo deseaba era leer, empaparme de Rimbaud, de Feuillet, de Blake... Odiaba los libros con dibujos, incluso las pinturas las aborrecía, para mí Monet no era más que un tipo que imaginaba escenas a través de un cristal sucio...
Escribir tampoco era para mí... nunca logré acomodar más de diez palabras con una rima bonita, así que dejé de intentarlo y seguí leyendo... Parecía imposible que una mente como la mía se cansara de las letras... Pero no fue así...
Hubo una noche en la que Raúl decidió llevarme al ballet... Bonitos movimientos, bonita música, pero yo añoraba el silencio... En la tercena escena no pude más y me levante de mi asiento, salí al recibidor lo más rápido que mi respiración atenuada por el apretado corsset me lo permitió... Tenía la frente sudorosa y el corazón parecía querer escapar... Raúl llegó unos minutos después preocupado y enojado porque a una señora como yo no se le permitía armar tremenda escena...
Llegamos a casa y me encerré en mi habitación sin dejar de pensar en aquel sentimiento... Esa noche después de sus gritos, pude dormir tranquila . . .

Monólogo... Primera Parte

Hoy, fue miércoles y el día pasó lento y confuso... El humo de mi habano está por extinguirse, sí, aún soy adicta al tabaco después de tantas promesas vacías y charlas con mi razón... Me aferraré más a mi copa de Merlot y a esa media botella...
Esta vida de bohemia no me ha llevado muy lejos... primero las letras que se cansan de mis ojos... devoraba los libros de la biblioteca que mi marido me mandó a construir, vaya regalo de bodas! no se me hubiera ocurrido nada más atinado que una evocación eterna a mi curiosa imaginación... Pero ya no está en casa, ahora somos sólo yo, esa tonelada de libros, el balcón y mis vicios...
No pude soportar un segundo más en esa sala enorme... ¿Por qué?, bueno, allí murió Raúl... No me pregunten ya más, sólo puedo describirles esa escena que no se sale de mi cabeza... La biblioteca? un desastre, los libros sin orden ni pastas y las letras entintadas con la sangre de ese hombre que me amó...
No, no siento nada, no estoy segura de mantener este vicio por una hermosa fijación hacia una espantosa escena o por el auténtico sabor y sopor que me produce esta copa...
¿Y a qué ha venido todo esto?, bueno, quisiera contar mi historia . . .